3.12.08

Para el Ruso, in memoriam

(Mónica Torrez) Beatriz me invitó a Tucumán pero no pude viajar por compromisos con la UNNE, al regreso me comentó que había estado con Patricio, a quien yo había entrevistado en marzo o abril cuando vino por la Red Provincial de Cultura que ya había comenzado a desarticularse sobre todo por los cambios de directores municipales en localidades del interior. La entrevista fue interesante, pero lo mejor?, lo que no se grabó y charlamos sentados en el umbral de una casa frente a la Plaza Cabral, ya en la post gestión Lischinsky. Lástima que no grabé!!!
Imaginé que no tendría desperdicios la carta que Calvo le había escrito a Beatriz sin saber si algún día la leería. Va.
-----

Beatriz:
Como te dije en Tucumán escribí esto para Norberto y lo envié a algunos Directores de Cultura de Corrientes con el pedido expreso de que te lo hiciesen llegar. Algo falló y no fue posible así que . Vaya pues este envío para reparar la chambonada.

Patricio Calvo
-----
En los últimos tiempos lo llamaba “Ruso” o “Rusito” cada vez que nos cruzábamos en un abrazo, de esa manera cachacienta y afectuosa que tenemos los porteños de nombrar genéricamente a los judíos.

Desde que lo ví por primera vez pensé que podría negarme muchas cosas menos su condición de correntino. Siempre lo voy a recordar con cintos de cuero crudo, con su cabeza hormigonada de gomina y esa sonrisa abigotada que cambiaba entre ser socarrona, o traslúcida como la de un gurí, de acuerdo al interlocutor.

Siempre fuimos de trato franco y directo y muy seguido y muy rápido nos olvidábamos de nuestros roles y funciones y compartimos cosas de este mundo aún en desacuerdo. Esto fue importante para mí. Yo siempre fui peronista y él siempre fue radical y me creyó y le creí en tanto pienso que ambos reconocíamos del otro el esfuerzo por ser coherentes en un mundo donde a las palabras, demasiadas veces, “se las lleva el viento”.

Se murió Norberto y yo estaba lejos suyo… A lo mejor no tanto (y eso que no creo haber sido su amigo o quizás si….Vaya uno a saber!) Tal vez si hubiésemos sido vecinos hubiésemos cultivado esas amistades antiguas, como las que cuenta Yupanqui, donde dos criollos sólo cruzan las palabras necesarias pero son capaces de defenderse mutuamente en una riña peligrosa o cuando llega una dictadura.

Cambié opiniones con él sobre sus pagos, sobre la Patria, sobre lo que vamos siendo en este suelo querido y difícil y siempre me alegré de hacerlo, siempre.
Me apena su muerte y desde acá lejos ensayo un sapucai para espantar el dolor. Mientras escribo estas líneas me acuerdo de viajes compartidos, de sus historias sobre el Gaucho y sus explicaciones sobre el barrio Cambacuá…Esas son las cosas que los que se van con la vida hecha dejan en los demás…dejan las cosas que sirven y que nosotros les vamos a poder dejar a otros.

Qué carajo vas a estar muerto Rusito!... Si yo voy a entrar de nuevo en “El Mariscal” y me voy a topar con tu recuerdo de estar inventando una comida al lado de tu compañera para recibirme...Qué carajo vas a estar muerto si siempre te voy a ver en el Seminario de Goya sentado atrás de todos haciéndome guiños cómplices y pícaros cuando me excedía en algún comentario.

Cambá Castillo con la “Uruguaya Josefina”está sonando a mi lado y yo me acuerdo de vos chamigo Rusito. Si falta poco o mucho para encontrarme con vos nadie lo sabe, mientras tanto recibí este saludo y este abrazo impotente y sin distancia. Mientras tanto esperame hermano con una ginebra, cerca de Jehová o de Dios Padre, como vos quieras, para reírnos de nosotros mismos disfrazados del angelito que nunca fuimos. (Patricio Calvo)